Fungicidas: Combate los Hongos en tus Plantas de manera Eficiente

Los fungicidas son productos químicos diseñados para controlar y eliminar los hongos que afectan a las plantas. Los hongos son una de las principales causas de pérdidas en cultivos a nivel mundial, por lo que el uso de fungicidas es esencial para garantizar la salud de las plantas y maximizar la producción agrícola. Sin embargo, los fungicidas también pueden ser usados para combatir enfermedades causadas por virus, nemátodos y bacterias en las plantas, lo que los convierte en una herramienta valiosa para el control integrado de enfermedades.
¿Qué enfermedades combaten los fungicidas?
Los fungicidas son particularmente eficaces para combatir enfermedades causadas por hongos en las plantas. Algunas de las enfermedades más comunes que pueden ser controladas con fungicidas incluyen:
- Mildiu
- Roya
- Mancha foliar
- Oidio
- Pudrición de raíz
Además de los hongos, las plantas también pueden verse afectadas por enfermedades causadas por virus, nemátodos y bacterias. Aunque los fungicidas no son eficaces contra estas enfermedades, existen otros productos químicos específicos para combatirlas.
¿Cuándo usar fungicidas?
El uso de fungicidas es una parte integral de las prácticas de control de enfermedades en las plantas. Se recomienda su uso junto con otras estrategias como la rotación de cultivos, la selección de cultivares tolerantes o resistentes, la época de siembra y la sanidad de las plantas.
Los fungicidas se pueden aplicar preventivamente, antes de que aparezcan síntomas de enfermedad, o curativamente, una vez que la enfermedad se ha desarrollado. La elección del momento adecuado para la aplicación de fungicidas depende del tipo de enfermedad que se desea controlar y de las condiciones ambientales en las que se encuentren las plantas.
Enfermedades para usar fungicidas
Existen diferentes tipos de fungicidas que se utilizan para controlar enfermedades en las plantas. Algunos de los fungicidas más utilizados en Argentina son las estrobilurinas, triazoles y carboxamidas.
Las estrobilurinas actúan inhibiendo la respiración en un punto determinado, el complejo del citocromo bc1. Son clasificados como inhibidores QoI (Quinone Outside Inhibitors) y su acción es específica contra los hongos. Algunos ejemplos de estrobilurinas son el azoxystrobin, trifloxystrobin, picoxystrobin y pyraclostrobin.
Los triazoles, por otro lado, actúan inhibiendo la biosíntesis del ergosterol, una sustancia esencial para la integridad de la pared celular de los hongos. Algunos ejemplos de triazoles son el propiconazole, ciproconazole y difenoconazole.
Las carboxamidas, por su parte, actúan inhibiendo la succinato dehidrogenasa SDHI (FRAC), que a su vez inhibe el complejo II de la respiración. Algunos ejemplos de carboxamidas son el benzovindiflupyr, pydiflumetofen, boscalid y carboxin.
Estos fungicidas se pueden aplicar por separado o en mezclas, dependiendo de la gravedad de la enfermedad y de las características del cultivo.
¿Qué ganamos con utilizarlos combinados?
La mezcla de fungicidas de los grupos triazoles, estrobilurinas y carboxamidas ofrece un control combinado de enfermedades en las plantas. Esta combinación ofrece varias ventajas:
- Permite ejercer un mejor control preventivo y curativo de las enfermedades.
- Proporciona una mayor eficiencia de control y una mayor acción residual en el tiempo.
- Reduce el riesgo de aparición de cepas resistentes a los fungicidas.
La resistencia de los patógenos a los fungicidas es un problema creciente en la agricultura. El uso de fungicidas curativos puede aumentar el riesgo de desarrollo de resistencia en los hongos. Los pequeños cambios en la genética de los hongos pueden hacer que sean menos sensibles a la acción de los fungicidas. Por lo tanto, es importante utilizar los fungicidas de manera eficiente y combinar diferentes grupos de fungicidas para reducir el riesgo de resistencia.
Conclusiones
Los fungicidas son una herramienta esencial en el control integrado de enfermedades en las plantas. Su uso adecuado puede ayudar a prevenir y controlar enfermedades causadas por hongos, virus, nemátodos y bacterias, evitando así pérdidas en los cultivos y garantizando una producción agrícola saludable. Es importante utilizar los fungicidas en combinación con otras estrategias de control de enfermedades y adoptar prácticas agrícolas que promuevan la salud de las plantas y reduzcan el riesgo de desarrollo de resistencia en los patógenos.
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